Resumen

Contra la pasividad, la limitación y la rigidez que supone la estricta aplicación del currículo oficial en las escuelas y otros ámbitos no formales de la educación, nuestro deber como docentes es presentar alternativas y soportes de acción que promuevan la autoconstrucción de un aprendizaje activo, transformador y crítico. La imposición de esta pasividad metodológica conlleva trabajar sobre una realidad parcializada que nada tiene que ver con la realidad cotidiana del aprendizaje basado en la experiencia. Esta pasividad queda reflejada también en los lugares de desarrollo del aprendizaje, reducidos considerablemente al espacio propio del aula. Es prácticamente imposible llevar a cabo una experiencia procesual, participativa y común en un espacio estandarizado, jerarquizado e igualmente parcializado. Este capítulo se centra en el análisis de la capacidad transformadora del espacio autoproyectado a partir de diferentes referentes y experiencias basadas en la configuración de nuevos lugares de experimentación y aprendizaje colectivo.